jueves, 31 de julio de 2008

LA DAMA MISTERIOSA




Repasando las imágenes de mis cuadros, me sorprende encontrar tres de ellos con una característica común: En los tres aparece una mujer de cuerpo muy atractivo que se vuelve hacia el paisaje del fondo, de manera que no le vemos la cara. ¿Quién es? Quizá si se girase hacia el espectador veríamos que se trata de la misma persona, adivinada, intuida, presentida o inventada por el artista, sin saberlo. Son los misterios del arte.

sábado, 26 de julio de 2008

OTRO CUADRO


Ahí va otro de mis óleos. Representa a unos astronautas colocando explosivos sobre la superficie de un asteroide que amenaza la Tierra. Fue mi primer óleo de tema espacial y lo pinté después de oír una conferencia sobre el tema, de mi amigo Luis Ruiz de Gopegui, ex director de la NASA en España. El mismo que hablaba en directo con los astronautas del Apolo, esos que según ciertos chalados nunca llegaron a la Luna (que se lo digan a Gopegui)

jueves, 24 de julio de 2008


LOS OJOS DE LOS NIÑOS DE BAGDAD

Hace unos días, a raíz de mi artículo "El yate papal y la patera", apareció una respuesta de mi hermano Eusebio en el blog "Alicante Vivo" que aludía a mi artículo "Los ojos de los niños de Bagdad" aparecido hace unos años en el diario Información. Por si os interesa su lectura, lo pongo ahora aquí.

LOS OJOS DE LOS NIÑOS DE BAGDAD
Nos miraban a los ojos y nos llenaban de angustia. Nos miraban a los ojos desde las mugrientas camas de los hospitales, sucios de sangre y de miseria, y nos sentíamos miserables y más sucios que ellos, a pesar de nuestros inmaculados cuartos de baño, nuestro gel de ducha, nuestra colonia y nuestro champú. Ellos no sabían que nos estaban mirando; en realidad observaban, con una mezcla de dolor y extrañeza, a un hombre extranjero que los enfocaba con una cámara de vídeo... Éramos nosotros los que les veíamos mirarnos, y entonces sentíamos que se despertaba nuestra mala conciencia. Ellos, en su inocencia, no podían figurarse que miles, millones, de aseados y acomodados señores de Occidente los espiaban con repugnancia y remordimientos. “¿Cómo va a estar mirándonos tanta gente - se hubieran preguntado - si nadie nos hace caso, si nadie nos trae medicinas, ni comida, ni siquiera agua, para mitigar el dolor de nuestras heridas inexplicables?” Por eso, nos miraban sin saberlo; y nos hacían daño, a nosotros que somos tan sensibles.
Aún nos duelen esos ojos que nos miraban, y aún pensamos a menudo que tenemos que hacer algo al respecto. Entonces salimos a la calle, bajo una pancarta, maldiciendo a los gobernantes que usaron los votos del pueblo para cometer un crimen tan espantoso... Pero los aludidos aducían que el fin justifica los medios y que la guerra se hizo para evitar males mayores; y nos hablaban de unas armas tremebundas y misteriosas que nos amenazaban a todos y que, por cierto, no han encontrado por ninguna parte. Cuando todo termine de una vez, si es que alguna vez termina, querrán que nos olvidemos de los peregrinos argumentos con los que pretendían justificar la matanza de los inocentes. Herodes ha regresado mil veces de las brumas de la Historia y cabalga a menudo entre nosotros... Quizá no se ha marchado nunca. Quizá siempre ha habido un Herodes en alguna parte, y una razón de Estado, asentada sobre la sangre de los niños de Bagdad o del Belén de ayer y de hoy, o de Hiroshima o de Mathausen.
El periodista, el hombre de la cámara de vídeo, no tenía la culpa de nuestro espanto; él era solo un mensajero. Su trabajo consistía en filmar los ojos desconcertados, doloridos, aterrados de los niños de Bagdad y traerlos a nuestro televisor. Horrorizarnos, pensar que tenemos que impedir tanta maldad, manifestarnos, quizá votar a otro administrador menos canalla, era cosa nuestra. Pero a los monstruos les gusta trabajar en secreto, cometer sus asesinatos en masa sin que nadie los juzgue, vampirizar el petróleo, o el oro, o el trabajo de los pobres sin armar escándalo; no sea que al pueblo adormecido por la telebasura y el consumo sin tasa le dé por sentir repugnancia y pida un alivio... en forma de relevo político.
El mensajero, para ellos, era un ser molesto, indiscreto, peligroso, y había que silenciarlo, o asustarlo para que se marchase del Hotel Palestina – qué nombre tan significativo -. Un disparo de cañón, de poco calibre, bastaría para que el edificio se estremeciera, y con él los corazones de los entrometidos testigos de la prensa. “Que se vayan a sus casas – pensaron, quizá, los señores de la guerra - que se vayan y dejen de filmar escenas políticamente incorrectas.” ¿Pasó así? ¿Quién dio la orden de cerrar los ojos de los niños de Bagdad?
Pero, si eso es lo que querían, no lo consiguieron. Nunca lo conseguirán. Pretendían cerrar los ojos de los niños de Bagdad y cerraron los ojos del hombre que los filmó con su cámara de vídeo. Sin embargo, esos ojos infantiles que él había captado seguirán abiertos, muy abiertos, para siempre. Abiertos, abiertos, abiertos, inocentes y acusadores, sin saberlo, en nuestras pantallas de televisión... y en nuestras conciencias.
Más temprano que tarde, a los responsables de estas carnicerías de inocentes les pedirá cuentas la Historia; como a todos los Herodes de este mundo. Y veréis cómo se pasan la vida intentando limpiar la sangre de sus manos y de la memoria de sus compatriotas, disimulando, engañándose a sí mismos, lamentando pero no condenando lo ocurrido, negándose a mirar a los ojos a los niños de Bagdad y a reconocer, al fin, su inmensa culpa... “Lamentando pero no condenando...” ¿Os suena eso? Ellos mismos han dicho muchas veces que quien lamenta pero no condena es un terrorista, o un amigo de los terroristas. Ven la paja en el ojo ajeno pero se niegan a ver la viga en el propio. Porque, ¿puede haber un acto de terrorismo peor que desatar una guerra donde se matan y mutilan niños? Pero su esfuerzo va a ser inútil: hagan lo que hagan, oculten lo que oculten, nieguen lo que nieguen, nadie, nunca, podrá cerrar los ojos de esos niños que aún nos miran; los que el reportero muerto había grabado con su cámara. El reportero era Pepe Couso. Los niños, seguramente, nunca sabremos cómo se llamaban. En cuanto a Herodes y los suyos, tienen nombres y todos debemos recordarlos.
Nos dicen que la guerra ha terminado, pero eso no va a devolver la vida a los muertos ni a los miembros mutilados. Muchos de esos niños murieron en el hospital, pero sus ojos, en las fotografías de prensa, en los reportajes de televisión, siguen abiertos, y nos están mirando.
¿No vais a hacer nada al respecto?
Miguel Ángel Pérez Oca.
05-05-2003

EL OJO EN EL OCULAR


El otro día me fui con unos amigos a Aigües de Busot con mi telescopio de 200 mm. Al principio estaba nublado y añadimos una G a la Astronomía, para convertirla en G-astronomía, Gastronomía. Nuestras amigas nos prepararon una delicosa cena a base de bocaditos de salmón, jamòn serrano y toda clase de quesos, que finalizó con un estupendo arroz con leche. Después se abrieron las nubes y pudimos ver la Luna y el planeta Júpiter con sus satélites. Gracias Cristina y Luz por la cena y la compañía.

En el cuadro que os presento se ve mi ojo reflejado en el ocular de mi telescopio, mientras contemplo el eclipse total de Sol que tuvo lugar el 11 de agosto de 1999, y que tuve la oportunidad de ver desde Szeged (Hungría) con una expedición organizada por la revista Tribuna de Astronomía, con la que recorrimos media Europa (Francia, Suiza, Liechtensten, Austria, Hungría e Italia). Qué hermosos recuerdos guardo de aquel viaje.

El cuadro es un oleo sobre lienzo de 55 x 46 cm.

lunes, 21 de julio de 2008

LOS PLANETAS EN MI TELESCOPIO

Estos son mis dos telescopios (tengo 6). El de madera de la izquierda es un telescopio solar, con óptica Solarscope, de fabricación casera. Sirve para ver las manchas solares. El de la derecha es un Meade con montura Dobson, para ver las estrellas, los planetas, las nebulosas, las galaxias...



Así se ven los planetas del Sistema Solar en mi telescopio de 200 mm. de diámetro. Antes tenía un Optics con motor de seguimiento y montura ecuatorial. ahora tengo un Meade en montura Dobson, mucho más ligero y transportable, aunque no sirve para hacer astrofotografía y hay que hacer el seguimiento a mano. El telescopio ideal no existe. Depende de lo que quieras hacer con él. El mejor telescopio, en teoría, es el más grande; pero si te pasas no puedes transportarlo en el coche, o es tan laborioso su montaje que se te quitan las ganas. Lo ideal, para llevar en el coche a alguno de esos raros lugares donde todavía no ha llegado la polución lumínica es un Newton de 200 mm. de diámetro y longitud focal de unos 1200 mm. (focal 6), con montura Dobson, a la vez ligera y firme. Y el equipamiento de accesorios, una batería de oculares que te den los aumentos equipupilares (35X), la máxima resolución para esta clase de telescopios (100X) y alguna escala intermedia y 200X para la luna y algún planeta, conseguida a base de una lente de Barlow de 2X.


Estas cosas se aprenden con la práctica y casi siempre el primer telescopio que te compras tiene demasiados inconvenientes. Si queréis saber algo al respecto, preguntad.


domingo, 20 de julio de 2008

LA CHARLA DEL MARTES


Me voy de vacaciones, y el próximo martes es el último en que leo una charla en Radio Alicante. Volveré en Septiembre. Ahora os ofrezco este artículo que no sé si me dará tiempo a leer. si espero dos meses, perderá actualidad, así que lo pongo aquí hoy. Sé que todos no estarán de acuerdo conmigo, que resultará duro para algunos y que me van a decir de todo. Pero hay veces que a uno le duele el alma y no se puede callar.
El telescopio.
EL YATE PAPAL Y LA PATERA.

Llámenme demagogo si quieren, pero viendo la entrada de su santidad Benedicto XVI en el puerto de Sydney a bordo de un lujosísimo yate, no pude evitar recordar la estampa de las últimas pateras llenas de niños muertos. Me pregunto cuánto habrá costado el viaje del Papa a Australia, incluidos los desplazamientos de tantos jóvenes de todo el mundo - los pague quien los pague - hasta nuestros antípodas para celebrar esa reunión universal de la juventud católica. Y me pregunto también cuántos niños seguirían viviendo si todo ese dinero, en lugar de gastarse en un inmenso jolgorio religioso se hubiera enviado al Tercer Mundo para ayudar a las familias sumidas en la pobreza. Ya, ya sé que duele, que ofende, que no es políticamente correcto decir estas cosas, y que cada uno hace lo que quiere con su dinero. El gobierno australiano, cuyo presidente ha pronunciado hace poco un discurso ferozmente xenófobo contra los musulmanes residentes en su país, invitándoles a marcharse, es muy dueño de gastarse unos cuantos cientos de millones de euros en este viaje propagandístico de otra religión que tampoco es la anglicana. Los padres de los jóvenes españoles, la mayoría pertenecientes a la ultra conservadora organización de los “kilos”, protegida del cardenal Rouco, también son dueños de pagar el viaje de sus hijos; si es que lo han pagado ellos. Me parece muy bien. Pero me choca que una organización como la Iglesia Católica, que se opone al aborto y a la muerte digna en defensa de su particular concepto de la vida, no se preocupe más de las vidas de unos niños que ya están en este mundo porque sus madres no abortaron y que viajan con ellas en busca de un paraíso donde se derrocha el dinero. Si los padres de esos niños recibieran de nuestro mundo una mínima ayuda para vivir decentemente, no se subirían a la patera a jugarse la vida de sus bebés. Ya sé que soy un demagogo y que me escandalizo por el chocolate del loro. Porque no sólo la Iglesia tira el dinero en fiestas, también podríamos hablar de los derroches de nuestras fiestas paganas, de nuestros gastos particulares en tonterías innecesarias y demás; en un sistema diabólico en el que si no consumimos hasta reventar viene la crisis económica y los jóvenes, siempre los pobres jóvenes, los jóvenes pobres, se quedan sin trabajo.
Pues nada, a Dios rogando y con el mazo dando. A Australia a pasarlo pipa rezando con el Papa, y a los pobres niños de la patera pues… pobrecitos, se reza también por ellos y ya está.
No se crean que a mi no me remuerde la conciencia. Yo me gasto un dinerito en la comida de mis gatos, de vez en cuando me voy con la familia a darme una comilona que aumenta mis niveles de colesterol, y viajo por ahí, y me compro ropa y libros, y tengo un buen coche y una buena casa. Yo también soy culpable, y ustedes y los que no me oyen. Todos somos culpables; pero al menos no hacemos ostentación de Fe, Esperanza y Caridad, sobre todo eso: Caridad. Lo cual no nos hace mejores, pero si más lúcidos y sinceros. Y, sobre todo, no intentamos imponer nuestra moral a los demás.
Porque, ¿cómo es posible que la Iglesia Católica pretenda ser la guía espiritual de Europa y del mundo, con el pasado que tiene? Pío XII bendiciendo los cañones italianos que iban a Abisinia, los obispos españoles saludando a Franco brazo en alto, los cardenales alemanes mirando para otro lado sin decir ni pío del holocausto… Afortunadamente, hay ejemplos de lo contrario, y así tenemos al padre Las Casas denunciando los abusos en las Indias, a los esforzados misioneros jesuitas de Paraguay, a monseñor Romero asesinado por los paramilitares en Centro America por defender a los pobres. Pero esos santos ingénuos nunca representaron a la jerarquía católica, sino más bien fueron personajes molestos, ignorados o ninguneados por ella y despreciados por los poderes públicos.
Los jefes de la Iglesia Católica deberían recapacitar sobre los efectos negativos de una propaganda demasiado ostentosa. Porque el despilfarro nunca ha sido un buen ejemplo.
En fin, me hubiera gustado despedirme de ustedes con motivo de las vacaciones de Verano con un tema más amable, pero es que hay veces que a uno le duele el alma, y no se puede callar.

Miguel Ángel Pérez Oca.

jueves, 17 de julio de 2008

Autorretrato cósmico.


Este es el úlimo cuadro que he pintado, hace ya dos o tres años. De momento, no pinto nada más. He decidido dedicarme exclusivamente a escribir. Aunque uno nunca pude decir lo que hará mañana, ¿verdad?

Se trata de un autorretraro al óleo en el que quiero expresar muchas cosas sobre la realidad y las apariencias de las cosas, muy en el terreno de la filosofía Zen, como puede leerse en la leyenda que rodea a la pintura. ¿Os gusta?


Mis charlas de la SER

Ahí va mi última charla de Radio Alicante, del pasado martes 15 de julio de 2008.

El telescopio.

NOS QUITAN LA FÁBRICA.

Lo que son las cosas. Cuando yo entré a trabajar en Tabacalera, en los años 60, fumar era un hábito elegante y sofisticado que practicaban los artistas de cine y las mujeres de mundo. Yo nunca fumé, a pesar de tener el tabaco gratis, porque siempre me pareció una pérdida de tiempo. “El alcohol te pone alegre – me dije -, el sexo da gustirrinín, pero el tabaco, ¿qué placer proporciona el tabaco?” Así que me decidí por practicar otros vicios más gratificantes. Cuando me fui, en enero del 2000, las cosas habían cambiado radicalmente y el tabaco era una droga letal que arruina la salud. Yo no lo niego, debe ser así, pero no sé por qué las autoridades sanitarias, esas que ponen cartelitos en las cajetillas advirtiendo de lo malo que es el tabaco, no se toman la misma molestia en decirnos lo malo que es el alcohol, la comida grasa y, sobre todo, las emanaciones del tubo de escape de los vehículos, poniendo los oportunos cartelitos en los salchichones, las botellas de wisky y la trasera de los autobuses. Si vamos a vigilar la salud pública, hagámoslo del todo, ¿no?
En fin, digo todo esto a raíz de la noticia de que una multinacional va a cerrar la Fábrica de Tabacos de Alicante.
El antiguo edificio de dicha Fábrica, en el barrio de San Antón, fue una institución en nuestra ciudad a lo largo de dos siglos, siendo su más importante instalación industrial hasta finales del siglo XIX. Compartía con el puerto su importancia económica y social; dado que ambos constituían los dos focos principales de empleo de la población obrera.
El edificio, de gran valor histórico, no estuvo destinado a la industria tabaquera desde su inicio. Fue mandado construir en 1751 por el obispo Gómez de Terán, para Casa de Misericordia y Palacio Episcopal. Fue el obispo don Francisco Cebrián quien, en 1801, cedió al Estado una parte de la finca, con el fin de establecer allí una Fábrica de Tabacos.
Gran número de mujeres alicantinas trabajaron en ella, siendo el número de cigarreras de 500 en 1801, 2.000 en 1828 y 6.200 en 1884, número que iría disminuyendo conforme se implantaban las máquinas para la elaboración de cigarrillos; y así, en 1939, ya sólo eran 881 las que allí estaban empleadas.
Destruida la dependencia en un pavoroso incendio, en 1844, la totalidad de las cigarreras salvaron la vida, atribuyéndolo a un milagro de la Santa Faz; siendo desde entonces tradición en la factoría conmemorar el suceso con una misa en el Monasterio de la Verónica y diversas fiestas en los talleres, tradición que se había mantenido hasta la actualidad.
En 1951 terminaron las negociaciones entre la Iglesia y Tabacalera por las que se cedían las propiedades eclesiásticas en la finca, incluida la Iglesia, a cambio de un solar cercano y la construcción de un nuevo templo, la actual parroquia de la Misericordia. Como consecuencia de la adaptación del edificio, desapareció la antigua nave central de la iglesia, así como la cúpula y la torre, y fue modificada la puerta principal, perdiéndose también gran parte de los claustros y demás estancias; lo que constituyó un daño irreparable al patrimonio artístico e histórico de la ciudad.
Por último, en el año 2004, la empresa Altadis cedió el edificio al Ayuntamiento de Alicante, a cambio del solar que hasta ahora ha ocupado su factoría en un polígono industrial de la periferia.
Si el cierre de la actual fábrica, con dos siglos de tradición, significara que el pérfido tabaco que en ella se produce ya no se va a colocar en el mercado, podríamos felicitarnos, pero no es así. Se trata de una maniobra típicamente empresarial y bursátil que, desde luego, no tiene nada de filantrópica. Se cierra esta fábrica para abrir otras en países donde el trabajador cobra menos y no hay tantos controles sanitarios. Así que es peor el remedio que la enfermedad.
Mientras, el viejo edificio sigue esperando a ver qué hace con él nuestro Ayuntamiento. No estaría mal que, entre otras cosas, albergara un museo de las cigarreras y su vieja industria, hoy obsoleta y desacreditada, pero con la que Alicante tiene una impagable deuda histórica.
Y a ver si se mojan nuestros políticos y defienden los intereses de los trabajadores perjudicados, que no tienen culpa de nada.

Miguel Ángel Pérez Oca.
(Leído en Radio Alicante el 15-7-2008)

martes, 8 de julio de 2008

LAS PORTADAS DE MIS LIBROS










Ya van siete, desde que en el año 2000 publiqué "Giordano Bruno, el loco de las estrellas". Algunos han tenido una segunda y hasta una tercera edición. "El libro secreto de Copérnico" se editó en México, por la Secretaría de Educación, con una tirada de 65.000 ejemplares, para un programa de lectura en centros de segunda enseñanza. Pensar que hay miles de chicos mejicanos que han aprendido quién era Copérnico en mi libro, me llena de alegría. Por eso solo, valía la pena ponerse a escribir.

Mi cuadro preferido.


Se llama "Marina y los tres universos", y en él se puede ver a mi hija marina sentada sobre el cesped, junto a mi telescopio. En primerísimo plano el universo de los muy pequeño: moléculas de agua en una gota de rocío, infusorios y células vegetales. En último término, el macro Cosmos, las estrellas, nebulosas y galaxias que se extienden hasta el infinito. Todo en un cuadro.