domingo, 12 de abril de 2009

REFLEXIÓN ACERCA DE SARA.


Sara nació ayer, a las 0,20 horas de la madrugada. Según las expectativas de vida actuales, podría muy bien presenciar la llegada del siglo XXII, dentro de 92 años. ¿Qué cosas podrá ver Sara que nosotros, por imperativo biológico, ya no conoceremos? Podrá ser testigo de maravillas o de monstruosidades; podrá, con toda su generación, vivir en un mundo perfecto, justo y feliz o en una época de injusticias, violencia y pobreza. Depende de nosotros, depende de nuestra generación. Ojalá nunca demos a Sara ocasión de reprocharnos que le hemos legado un planeta empobrecido, envenenado y lleno de desigualdades y deudas pendientes; ojalá, porque si un día lo hace, tendrá razón y todos los que ahora decidimos con nuestro voto y nuestras opiniones, con nuestras acciones y nuestras indiferencias y cobardías, deberemos avergonzarnos. Se dice que la diferencia entre una persona conservadora y otra progresista es que la primera quiere dejar a sus hijos inmensas fortunas para que vivan mejor que los demás, mientras que la segunda prefiere legar a toda la generación siguiente un mundo justo y pacífico, y un Estado que vele por sus ciudadanos. Yo, desde luego, no aspiro a que Sara, cuando crezca, sea una mujer rica y poderosa. La prefiero ciudadana de un Estado que cubra las necesidades de todos y vele por la paz en el mundo. Espero que ella nunca se deje engañar por los que venden muerte y estupidez en envases engañosos, ni por los que defienden los intereses de los privilegiados y mienten para obtener los votos de sus siervos económicos. En cuanto a nosotros, creo que tenemos sobre nuestras conciencias un enorme peso de responsabilidad, porque cada despilfarro que hacemos hoy se lo estamos robando a las generaciones siguientes; y cada abuso que comete nuestra sociedad a costa de las necesidades de los pobres del Tercer Mundo es una deuda de odio y de indignación que dejamos pendiente y que nuestros descendientes tendrán que pagar.
Sara, sé buena, justa y sabia y no te fíes demasiado de nosotros.

Miguel Ángel Pérez Oca.
12-4-2009.

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