sábado, 30 de marzo de 2013

A 74 AÑOS DEL FIN DE LA GUERRA CIVIL EN ALICANTE.

Las tropas italianas cierran el acceso al puerto de Alicante el 30 de marzo de 1939.
El buque Stanbrook parte para orán con casi 3000 exiliados republicanos el 28 de marzo de 1939.

Por tercera vez, Alicante fue el último refugio de una Constitución democrática. La primera vez había sido con motivo de la invasión francesa de los 100.000 Hijos de... San Luís, a favor del absolutismo de Fernando VII. Alicante fue entonces la última población que ocuparon los absolutistas, el 11 de noviembre de 1823, por lo que aquí estuvo el último lugar de España donde rigió la Constitución de 1812. Tras el intento de Pantaleón Boné de restaurar la Constitución, mancillada por la Ley de Ayuntamientos, en marzo de 1844, por segunda vez se exiliaron los liberales alicantinos a bordo de barcos extranjeros, mientras el general Roncali fusilaba a los militares y civiles que habían tomado Alicante para la libertad. Y por tercera vez, hace ahora 74 años en estos días, una Constitución democrática, la republicana de 1931, tuvo su último bastión en Alicante. 
El 28 de marzo de 1939, por la noche, escapaba del puerto de Alicante, camino de Orán, el buque británico Stanbrook, comandado por el heroico capitán Dickson, con casi 3000 refugiados republicanos, y un poco más tarde, el Maritime, que solo admitió a las autoridades. El día 30 entraban en Alicante las torpas italianas fascistas de la División Littorio, al mando del general Gambara. Se cerró el puerto, ocupado por unos 12000 republicanos que en vano esperaban barcos que los evacuasen. El 31 llegaron varios buques de guerra franquistas y unas unidades de infantería que conminaron a la rendición a los desesperados republicanos del puerto. Y el día 1 de abril terminó el desalojo de los muelles, llevándose a los prisioneros, que habían depuesto las armas en evitación de una masacre, al Campo de los Almendros, en el pasaje de la Goteta, a la Plaza de Toros, y a los castillos de Santa Bárbara y San Fernando, los militares con graduación, así como a los cines de la ciudad, a las mujeres y los niños. Así que, el puerto de Alicante, por tercera vez, fue el último refugio de la libertad. Aquí fue el último sitio donde ondeó la bandera republicana.
Ahora hace 74 años, empezó el calvario de tantas buenas personas fusiladas, torturadas, muertas por falta de atenciones médicas o exhaustas por el trabajo inhumano forzado. La dictadura se empeño en una concienzuda labor de exterminio, de genocidio planeado y ejecutado sin la más mínima caridad cristiana, sobre la gente considerada democrática. Y eso que los franquistas presumían de católicos, apostólicos y romanos.
Las consecuencias de ese genocidio todavía las sufrimos en nuestro país. La izquierda quedó descabezada, con sus dirigentes muertos o en el exilio, la cultura proletaria y la liberal se extinguieron en medio de la mediocridad casposa, y ciudades de pristina tradición democrática, como Alicante, se olvidaron de su admirable pasado y se hundieron en la indiferencia política, adocenada en tiempos del desarrollo salvaje. 
Y ahora vivimos en un país amnésico, incapaz de ordenar sus ideas para combatir la crisis con la que nos están estafando la banca y las multinacionales. Y es que si aquellos exiliados o rendidos republicanos del puerto de Alicante, que hace 74 años perdieron su vida o sus esperanzas, hubieran podido dejar aquí su semilla, estoy seguro de que otro gallo nos cantaría.
La guerra terminó aqui, y aquí empezó el genocidio.
Hace ahora 74 años.
Miguel Ángel Pérez Oca.

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