martes, 18 de febrero de 2014

¡SALVAJES!



Sí, señor, nosotros, los europeos, "los occidentales", somos el Mundo Civilizado, ¿no lo sabían ustedes? Ya lo demostramos con creces en las pasadas dos Guerras Mundiales, en el holocausto, en las bombas de Hiroshima y Nagasaki, y antes aún, en la colonización de los "paises salvajes" , a los que teníamos la sagrada misión de civilizar. ¿No se acuerdan ustedes del DOMUND y las huchas con cabezas de negritos? Había que convertir a los africanos, a los chinos y a los amerindios al cristianismo; así, cuando los exterminásemos o los matásemos de cansancio y hambre, podían ir al cielo ( si se habían confesado y comulgado previamente, por supuesto). Así que, ¿de qué se extrañan? Se escandalizan de que en las vallas de Ceuta y Melilla se hayan puesto alambradas con cuchillas y de que a los pobres subsaharianos que intentan llegar nadando a las costas de nuestra sagrada Patria Europea, se les reciba con botes de humo y disparos, provocando la muerte por ahogamiento, o por estupor y decepción, de muchos de ellos. ¿De verdad se escandalizan? Será que no conocen nuestra historia, nuestra vergonzosa historia. No ha habido nunca pueblos y naciones más salvajes que los que constituyen Europa y sus herederos blancos norteamericanos.  ¿Por qué se creen que durante tanto tiempo hemos cortado el bacalao en el Mundo? Los chinos inventaron la brújula, la pólvora y la imprenta, pero fuimos nosotros los que utilizamos esos inventos para navegar en busca de la explotación de pueblos pacíficos y desarmados, ignorantes poseedores de riquezas que deseábamos, para fabricar armas terribles, para imprimir panfletos justificadores de nuestros latrocinios. Y aún nos extraña que nos odien.
Inventamos la Democracia, es cierto, pero solo para nosotros, y solo para la política, que la economía ha estado siempre en manos de los amos de toda la vida; y el que tiene el dinero tiene el poder. Así que, en las condiciones socio económicas en las que se ordena nuestra sociedad, nuestro voto vale lo que vale el papel higiénico. Ya lo ha dicho un conocido archimillonario americano: "Existe la lucha de clases, pero es la mía la que está ganando".
Yo, la verdad, me avergüenzo de ser europeo, de pertenecer a esa élite de piratas mundiales, blancos y creyentes, que viven a costa de los demás habitantes del planeta y que están destruyendo el Mundo en una vorágine de consumismo irracional; y que han implantado un sistema desvergonzado e injusto, el asqueroso Capitalismo, que va a terminar por devorarnos a todos, incluidos sus dueños. Hace falta ser idiota para no darse cuenta de que somos una plaga, una desgracia del planeta que nos sufre y que al final acabará castigándonos a todos, a los unos por culpables, a los otros por indiferentes.
Y es que nosotros somos los salvajes, los verdaderos salvajes, y no esos pobres hermanos que quieren llegar a nuestra supuesta lujosa mansión, cimentada sobre la sangre y la desvergüenza, para salir de la miseria a la que les hemos condenado.
Concertinas, botes de humo, balas de goma, vallas, muros, fronteras... Y un ministro que invoca el brazo incorrupto de Santa Teresa y se queda tan pancho, sin dimitir ni nada.
¡SALVAJES!
                                                                                                     Miguel Ángel Pérez Oca.

CIENCIA Y POLÍTICA, ¿QUIÉN MANDA?



Bueno, resulta que nuestra Generalitat no está conforme con la definición de Valenciano que ha elaborado la Academia de la Lengua Valenciana, equiparando lo que se habla por aquí con el Catalán. Y la rechaza porque "no respeta lo establecido en nuestro Estatut d'Autonomía".
Y, claro, que esa definición la hayan elaborado filólogos de reconocido prestigio en el ámbito de la ciencia lingüística no tiene ninguna importancia si nuestros ilustrados y cultísimos políticos de la derecha dogmatizan otra cosa. Así que lo que digan los políticos tiene, por lo visto, mayor autoridad que lo que digan los científicos.
Pues, ya está, si es así, tenemos resuelta la crisis: ¡QUE EL PARLAMENT VALENCIÁ DEROGUE LA LEY DE LA GRAVEDAD! Total, esa ley la instituyó un científico sin importancia, un tal Sir Isaac Newton, que aunque durante una temporada ejerció de político en el Parlamento Inglés, su única intervención fue para pedir que cerraran una puerta, porque había corriente.
Si nuestros excelsos políticos pueden eliminar la vigencia de lo establecido por la ciencia, que piensen qué leyes de la Física, la Biología, la Química y las Matemáticas podrían derogar para ayudarnos a salir de la debacle económica en la que estamos sumidos. Yo, ya lo he dicho, propongo que dejen sin efecto la dichosa Ley de la Gravedad, culpable de tantos accidentes y tanto gasto de energía.
Porque lo que tienen que hacer los científicos es dejarse de leer tonterías de Hawking, Penrose, y demás enterados; y que lean más el Marca, como hacen nuestros políticos, que ellos sí que saben.
Y ya está, ¡qué collons!
                                                                                                   Miguel Ángel Pérez Oca.

MEMORIA, MEMORIA...



En la última sesión de la Tertulia de la Bodega Adolfo tocamos el tema de la memoria, y yo escribí esto:

EL INSOPORTABLE PESO DE LA MEMORIA.
            Cuando el abuelo venía a casa a pasar los fines de semana, toda mi familia cambiaba de aspecto. Mi padre, generalmente un hombre alegre y amable, se encogía ante aquel viejo terrible. Mi madre se encerraba en la cocina y se dedicaba a guisar, a planchar o a coser como si en toda la semana no hubiera tenido tiempo de hacer esas cosas. Mi hermana Doloritas desaparecía y se pasaba el sábado y el domingo con sus amigas, evitando así cruzar la mirada con el anciano. Yo era demasiado pequeño para comprender ciertas sutilezas y aún no me había percatado de la incomodidad que provocaba en mis allegados la presencia de mi abuelo Marcial.
Aquel hombre impresionaba por su aspecto y su actitud. Ya estaba más cerca de los cien años que de los noventa, pero su espalda permanecía increíblemente derecha. Su rostro enjuto, su mirada fiera y glauca bajo unas pobladísimas cejas blancas y, sobre todo, la nívea presencia de un enorme bigote que contrastaba con el recio y corto cabello castrense que coronaba su cabeza, no podían dejar a nadie indiferente. Habría que haberlo visto con su uniforme de general, cuando aún ejercía su profesión militar.
            Aquel sábado, a la hora de la sobremesa, mi madre se había refugiado de nuevo  en la cocina, mientras mi padre dormitaba frente al televisor y yo jugaba en el suelo con el tanque que me había regalado el abuelo con motivo de mi sexto cumpleaños. En eso, mi hermana Doloritas cruzó el salón, camino de la calle.
            -Adiós a todos, me voy a la manifestación – había dicho a mi padre con un beso y se acercó al abuelo para repetir la despedida. Llevaba puesta una camiseta malva en la que se podía leer “NOSOTRAS PARIMOS, NOSOTRAS DECIDIMOS”.
            -¿A qué manifestación? – preguntó el abuelo, taladrándola con la mirada.
            -A la de apoyo a la Ley del Aborto de Zapatero – contestó Doloritas con naturalidad.
            -¿Cómo te atreves? – aulló el viejo, temblando de ira - ¿No sabes que la vida es sagrada y que el aborto es un pecado contra la Ley de Dios? ¿Eso te enseñan tus padres? – y después de tomar aliento gritó: ¡El aborto es un crimen repugnante!
            Sorprendentemente, Doloritas permaneció impasible ante el viejo, mientras mi padre se encogía más aún en su sofá y mi madre no se atrevía a salir de la cocina.
            -Es curioso, abuelo – respondió mi hermana en un tono irónico, impropio de una jovencita de dieciséis años - ¿Por qué será que los que condenáis el aborto, en nombre de la vida, no condenáis la pena de muerte? Aquí ya no hay ejecuciones, gracias a la Democracia, pero en América y en China, sí; y nunca te he oído protestar por ello.
            El abuelo había perdido el dominio de la situación.
            -No es lo mismo, los ajusticiados son criminales.
            -Pero la vida es sagrada, ¿no?  – respondió mi hermana - Incluso la vida de los 200 infelices que condenaste a muerte después de la guerra, cuando eras juez militar.
            El abuelo palideció. La memoria se puede volver insoportablemente pesada, cuando alguien nos obliga a rescatarla desde los abismos de una forzada amnesia.
            -¡Esos eran rojos! – gritó el abuelo, fuera de sí - ¡Criminales comunistas!
            -¡Mentira! – le contestó Doloritas, impertérrita – Los había de todos los partidos, de Izquierda Republicana, anarquistas, socialistas, y hasta una pobre chica analfabeta de mi edad, a la que fusilasteis por “pegar panfletos subversivos”. ¿Dónde estaba entonces tu respeto “cristiano” a la vida, viejo fascista?
            El abuelo saltó del sillón como empujado por un resorte y alzó su huesuda mano hacia el rostro de mi hermana; pero del lugar que ocupaba mi padre salió una voz poderosa: ¡No te atrevas a pegar a mi hija! ¡Ella vale más que tú y que yo!

            Y el viejo juez militar, con la cara descompuesta y temblando de pies a cabeza, se marchó de casa y no volvió nunca más a visitarnos.            
                                                                                                                 Miguel Ángel Pérez Oca.

jueves, 13 de febrero de 2014

EL DICHOSO PÉNDULO



En la pasada reunión de la Tertulia de la Bodega Adolfo teníamos que leer el cuento de Edgar Allan Poe "El pozo y el péndulo" y escribir sobre ese mismo tema: El Péndulo. Recordé mi visita a Frombork, el hogar de Copérnico, donde hay instalado un péndulo de Foucault, y escribí lo que sigue:

EL PÉNDULO DE FROMBORK.
            Plisssss….. Plasssss….. Plisssss….. Plasssss…..
            El péndulo oscilaba lentamente sobre el círculo de mampostería en cuyo borde alguien había colocado un pequeño taco de madera. La varilla que salía por debajo de la pesada esfera metálica pasaba cada vez más cerca del frágil obstáculo.
            -Fijaos bien, que ahora viene lo bueno – advirtió el profesor Szilowski a sus alumnos, que fijaban su mirada en el peso oscilante que colgaba de un larguísimo cable por el interior de la torre de Frombork, la ciudad donde vivió y murió Copérnico.
            Plisssss….. Plasssss…..
            -León Foucault, un físico francés del siglo XIX, demostró mediante este experimento con un péndulo…
            Plisssss….. Plasssss…. Plissss ¡TOC! – La varilla del péndulo tropezó al fin con el taco de madera y lo lanzó a los pies de los sorprendidos estudiantes.
            - … que la Tierra gira sobre su eje. Porque el sentido del movimiento de un péndulo no cambia de dirección, debido a su propia inercia, así que quien gira es el planeta donde el péndulo está instalado.
            Los muchachos y muchachas dejaron escapar una apagada exclamación.
            -Pero este péndulo nos puede desvelar otras cosas del Universo, todavía más maravillosas… Fijaos, permaneced en absoluto silencio y tratad de oír el suavísimo murmullo del aire que roza con el péndulo en sus oscilaciones.
            Se hizo uno de esos silencios de los que se dice que se podría cortar con un cuchillo.
            Plisssss….. Plasssss….. Plisssss…. Plasssss…..
            -¿No apreciáis nada de particular en ese sonido casi imperceptible? ¿Diríais que suena igual cuando el péndulo viene hacia nosotros que cuando se aleja?
            -El… el sonido parece más agudo cuando se nos acerca y más grave cuando se va… – se atrevió a decir Pawel, que para eso era el empollón de la clase.
            -¡Exacto, muy bien! Ese es el Efecto Doppler. Cuando el péndulo se nos acerca, ambos, el sonido y su fuente, van en la misma dirección, mientras que cuando se nos aleja llevan direcciones opuestas, y esto afecta a la longitud y frecuencia de las ondas. De ahí que el sonido resulte más agudo o más grave.
            -¿Y eso qué tiene que ver con el Universo? – preguntó con desparpajo la pecosa Natacha.
            -Pues verás – le contestó el viejo profesor - Doppler descubrió el efecto que lleva su nombre en el sonido. Pero el físico Fizeau buscó ese mismo principio en la luz y observó que esta también presenta un corrimiento hacia el extremo rojo o azul del espectro según el cuerpo emisor se aleje o se acerque a nosotros…
            -¿Y qué…? – persistió la insolente Natacha.
            -Pues que este fenómeno, aplicado a la luz de las galaxias, permitió al astrónomo Hubble descubrir que todas se alejan de nosotros en un Universo en expansión y que, vista la velocidad de esta expansión y la distancia actual a las galaxias, nuestro Universo tiene una edad de unos 14.000 millones de años. Y que debió surgir de una enorme explosión inicial: lo que llamamos el Big Bang…
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-¡Qué juego tan estupendo has inventado, hija! – dijo admirado Zeus a Juno, que parecía absorta ante su ordenador - O sea que has hecho creer a estos seres virtuales, que viven en un Universo en expansión… ¿Y se lo creen? ¿No saben que la Tierra es plana y está inmóvil en el centro del Mundo? Eres tremenda, chiquilla. Aunque me dan mucha pena esas pobres personitas imaginarias, que no saben que no existen y que son solo piezas de un juego de los dioses…  Miguel Ángel Pérez Oca.