martes, 28 de junio de 2016

COSAS DE LA RADIO



El tema de la Tertulia de ayer era "La radio" y yo participé con esta narración en prosa y con una poesía (más bien la letra de una coplilla) que os pondré después.
Ahí va:

LLAMANDO A INEFABLE.
            Aquí “Agnóstico”, desde su emisora EA 1 XYZ que emite en HF a 7.232 kilo hercios. Llamando a Inefable. Inefable, ¿me “copias”? Escúchame, por favor:
Me dirijo a Ti, Inefable, cuando no sé siquiera si existes; si eres un ente, un principio o una mera idea de este humano que tampoco sabe nada de sí mismo.
No sé si eres infinitamente sabio y poderoso, como dicen los creyentes; aunque estoy seguro de que no eres en absoluto infinitamente bueno y justo, porque esas virtudes son solo inventos de los humanos e incompatibles con las primeras en este mundo de dolor. Y ni siquiera sé si el verbo “ser” significa algo en tus alturas.
Te han llamado Zeus, Tao, Dios Creador, Ormuz y Ahrimán, Providencia… pero todos esos apelativos son actos de fe gratuita e irracional, como toda fe.
Por eso prefiero llamarte Inefable, o sea: aquello de lo que nada se puede decir.
Según mi osado parecer, Tú debes ser la razón por la que el mundo es como es y no de otra manera; y, en última instancia, por la que el mundo es en lugar de no ser. Si hay una razón para ello, yo la llamaré Inefable.
Y si todo se debiera al azar y la realidad más profunda fuese del todo ajena a las causas, los efectos, los principios y las razones, yo debería preguntarme qué ha permitido al azar crear este complejo Universo ordenado en leyes inviolables y exactas.
No alcanzo a concebir - o no quiero -, que el Todo sea solo producto de una ciega casualidad; que las cosas sean porque sí; que las leyes de la Naturaleza y de la Matemática hayan surgido espontáneamente, sin origen, meta ni motivo alguno; que la triple alternativa entre la nada, el caos y el orden se haya resuelto sin ninguna razón. Porque yo diría que no hay un solo fenómeno que no sea precedido por alguna causa.
Ni tampoco me resigno a ser una ilusión de la Nada, entre otras cosas, porque la Nada, por definición, no existe. Existe, sí, lo existente, todo aquello que se manifiesta a mis sentidos y a mi razón, y con lo que me identifico en el convencimiento de que siempre es ahora; porque el tiempo es tan solo una ficción, una falsa perspectiva de este Universo supra-dimensional que no sabemos ver desde nuestro limitado punto de vista.
Y sin embargo, ¿por qué no te manifiestas, y por qué me ocultas mi propia naturaleza? ¿Dónde está la explicación suprema? ¿Quién - y para qué - puso en su sitio los principios que rigen el Universo de lo enorme y lo mínimo? ¿De dónde viene el Orden Universal? ¿De dónde viene mi consciencia? ¿De dónde vienes Tú, Inefable?
Estoy, con mi emisora de radio, al borde del acantilado que separa lo evidente de lo misterioso, y veo ante mí el inmenso océano de lo incomprensible. Que nadie crea, me digo, que la Física va a revelarnos todos los secretos. Que nadie espere que los secretos se limiten tan solo al campo de las magnitudes; porque me temo que el misterio está mucho más allá de la Filosofía más honda, de la más sofisticada razón humana.
Por ello, Inefable, te pido que me des una explicación reveladora y definitiva, si es que eso tiene sentido a tu nivel, y si es que ella resultase comprensible en mis profundidades de pobre simio ignorante que te increpa por la radio. O al menos te imploro que, en este presente, me mandes un impulso de radio-faro que guíe mis pasos.
Un día ya lejano recibí una señal, quizá de Ti, y fue maravilloso. Y aunque no te conozco, espero reconocerte. Solo confío en que regreses a mí en el momento oportuno.
Incluso me conformaría con que, a la hora de la muerte, pueda irme confortado  por la esperanza de que alguna vez se desvelarán los misterios que me esperan más allá de mí mismo; que alguna vez, en algún lugar, alguien comprenderá el Universo por mí.
Si así ha de ser, allí te espero, Inefable.
Porque estás ahí, ¿verdad? ¿Me escuchas, Inefable?
Cambio y… Amén.

                                      Miguel Ángel Pérez Oca (“Agnóstico” EA 1 XYZ).

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