lunes, 21 de agosto de 2017

UN TRABAJO SOBRE VENEZUELA.

Este trabajo, titulado "Anatema mediático", lo había escrito para la Tertulia de hoy, pero la terrible noticia de los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils me ha hecho cambiar de idea y preparar otro trabajo diferente y más imprescindible. Así que os pongo aquí este que es en principio un adelanto del artículo "Hablemos de Venezuela" que puse el otro día en este mismo blog. Hablar de Venezuela es muy complejo y se necesitarían muchas páginas y testimonios para que uno pudiera hacer un análisis ponderado. Esto es solo un avance. Quiero dejar patente que, pase lo que pase en este país hermano, yo deseo lo mejor para su pueblo de trabajadores.



ANATEMA MEDIÁTICO.
En el palacio de cristal del valle secreto de Shangri-La, allá donde trabajan los laboratorios que buscan el gen de la inmortalidad, solo para millonarios; allá donde se organizan las guerras productivas y la industria armamentística; allá donde se deciden los números de la próxima crisis y se planifican las hambrunas y las epidemias mortales, con el objeto de limpiar el Tercer Mundo de poblaciones indeseables; allá donde se acuerda comprar y ocultar las patentes de energías limpias y baratas; allá donde se inventan razones para no frenar el calentamiento global, mientras se adquieren paraísos en zonas frescas y exclusivas para los elegidos; allá donde se fabrica la post-verdad y se adoctrina a los pueblos para que no se opongan a las directrices de la élite; allá donde se preparan y financian las campañas electorales que darán el triunfo a los políticos sumisos, aspirantes a privilegiados; allá es donde se ha reunido el Santo Oficio Mediático Mundial.
-¡Anatema! – ruge el Gran Inquisidor - ¡Anatema a Maduro y sus secuaces! Hay que impedir que la herejía anticapitalista vuelva a medrar  en el mundo.
-Estoy asombrado – objeta el director de un periódico conservador español y tertuliano televisivo habitual -, porque, aquí entre nosotros, habrá que reconocer que esos bolivarianos se están enfrentando a la oposición violenta de la derecha con medios muy moderados. Sus elecciones, desde los tiempos de Chávez, siempre fueron limpias, y los cabecillas convictos de las algaradas han sido devueltos a casa, en arresto domiciliario, una vez pasados los comicios de la nueva Asamblea Constituyente…
-Pues por eso mismo – le interrumpe el Gran Inquisidor -. Es muy peligroso para nosotros que ganen limpiamente. Hay que coordinar las acciones de la prensa para socavar el prestigio de esos herejes populistas. Hay que falsificar los telediarios, mostrar escenas de violencia y achacarla siempre al gobierno, mover todos los títeres, conseguir que la palabra Maduro sea sinónimo de dictador…
Y entonces habla Roberto Belarmino, filósofo y estratega del Santo Oficio, clonado a partir de unos cabellos extraídos de la tumba de un famoso inquisidor del siglo XVII de su mismo nombre:
-Acosando sin tregua a los revolucionarios les provocaremos una actitud defensiva, cada vez más cerrada, que los conducirá inevitablemente al totalitarismo. Y así se habrá malogrado su revolución y tendremos argumentos reales para combatirlos y desprestigiarlos. Tenemos muchos ejemplos de esta maniobra maquiavélica: Robespierre, Stalin, Castro…
Todos callan, admirados de la sagacidad de Belarmino, excepto el tertuliano español, que pregunta:
-¿Y si nos responden con el absolutismo machista saudí, el racismo religioso de Israel o la chulería xenófoba de Trump, qué debemos decir?
-Nada – proclama Belarmino -. Lo que no sale en los medios, no existe.
-Muy bien – concluye el Gran Inquisidor -, pues: ¡Anatema a toda revolución! Y ya saben ustedes lo que tienen que hacer.
Todos recitan el lema de la organización:
-¡”Verdad y mentira es lo mismo,
     si está en juego el Capitalismo”!
-¡Amén!
Y se marchan a sus respetivos países y a sus respectivas redacciones.

                                                                        Miguel Ángel Pérez Oca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Roberto Belarmino fue hecho santo por el mismo papa, Pio XI, que bendecía los aviones y las bombas que martirizaron Alicanta ¿Cuando pedirá la Iglesia Católica perdón por su apoyo y colaboración con el terrorismo fascista-cristiano?
Eusebiet

Adolfo Celdran dijo...

Es lamentable y tristemente cierto: el cielo no se si existirá, pero el infierno sí.