martes, 14 de noviembre de 2017

DEMASIADOS PAYASOS.

                                                                En el Congreso.

El tema de la Tertulia de ayer era "El Circo" y yo aporté el trabajo que os pongo aquí. Espero que no os deprima demasiado.

UN CIRCO CON DEMASIADOS PAYASOS.

            El viejo político se sienta en la última fila del hemiciclo, casi oculto por una de las columnas que sostienen la galería de invitados. Es uno de los diputados más veteranos. Su mirada escéptica delata su condición de testigo de la decadencia de un sistema que reclama una urgente renovación, impedida a duras penas por los adocenados líderes, que no consienten la más mínima alteración de un Status Quo que les favorece. Desde allá arriba ha sido testigo de los más tremendos conflictos y las más soporíferas rutinas. Y ahora, hastiado y convencido de una triste realidad, contempla los debates con la más completa, rotunda y burlona desconfianza.
            Una señora catalana, desde la tribuna, reclama la independencia retorciendo el lenguaje con absoluta impavidez. Acude a legitimidades que, según ella, están por encima de la ley. Habla en nombre de la totalidad de un pueblo del que solo cuenta con el voto de su tercera parte.
Interviene después un flamante y fotogénico secretario general de la vieja izquierda moderada, con pretensiones de representar a la única y genuina izquierda. Sus opiniones están fabricadas ex profeso para la situación, repletas de  lugares comunes y contradicciones, destinadas más a los medios de difusión que a los diputados.
            Más tarde sube al estrado una jovencísima representante del partido de la nueva izquierda. Se le nota demasiado que defiende determinados argumentos con la sola intención de desacreditar a sus hermanos y competidores de la izquierda de siempre. En lo que respecta a Catalunya, intenta nadar y guardar la ropa, para no perder votos por un lado ni por otro.
            Después ocupa la tribuna el novedoso portavoz de una nueva derecha tan antigua como el mundo, campeón de una dialéctica que se esfuerza por ser convincente y renovadora, pero que el viejo político está ya cansado de escuchar en boca de todos sus predecesores liberales.
Les replica a todos el taimado Jefe del Gobierno, con su cachaza característica y su tendencia a mirar para otro lado y esperar a que los asuntos se resuelvan solos. Utiliza un lenguaje para gente simple, unos argumentos pueriles adobados con  menciones a la Democracia y a la Libertad, palabras que, según el viejo político, están ya totalmente amortizadas, desgastadas en las bocas de tantos manipuladores.
            Y murmura para sí: “Nadie habla con sinceridad. Este circo ya tiene demasiados payasos”.
            Y recuerda una anécdota de Estanislao Figueras, presidente de la I República, que acosado por la enésima guerra carlista, la rebelión de los cantonalistas y la mezquindad de quienes obedecían a intereses inconfesables, se dirigió a sus ministros con una frase contundente: “Señores, estoy hasta los cojones de todos nosotros”; después salió del Congreso, tomó una calesa, se dirigió a la Estación de Atocha y, sin tomarse la molestia de dimitir, compró un billete para Francia y se marchó de España sin despedirse.
            El viejo político, con gesto de resignado hastío, se levanta de su escaño y abandona el hemiciclo para siempre.
                                                                                              Miguel Ángel Pérez Oca.
                                                                                             
                                                                                                     (500 palabras)
           


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