martes, 2 de mayo de 2017

LOS MANIPULADORES DEL LENGUAJE POLÍTICO.




            No sé si creen que somos tontos o SABEN que somos tontos. Pero a mí me da vergüenza (tampoco sé si propia o ajena) cuando oigo a los candidatos a líder del PSOE en las próximas primarias tratando de convencernos de que la Moción de Censura que se propone presentar Podemos es solo una broma y una maniobra que, en el fondo, favorece a don Tancredo Rajoy. Yo, cuando oigo a Pedro, Patxi o Susana decir que Pablo Iglesias es el mejor aliado de monseñor Rajoy, la verdad, les echaría un boñigo a la cara. ¿Pero cómo se pueden decir esas cosas sin sonrojarse? ¿Cómo pueden aspirar a que yo, el pueblo soberano, ponga mi confianza en tamaños manipuladores y retorcedores del lenguaje para gobernar mi país. Faltaría más. Claro, que es que en el fondo (¿el mismo u otro fondo de antes?) se ven acorralados por una formación de gente nueva que quiere cargárselos de una vez y relegarlos a los libros de Historia que no supieron escribir en su día.
            Todo empezó, me parece a mí, cuando el dinerito de Willy Brandt, o sea, de la CIA, engrosó las arcas de unos jovencitos bien que en Suresnes pudieron desplazar a los verdaderos socialistas de Rodolfo Llopis, herederos de Prieto, Largo Caballero y Negrín, que habían estado esperándolas venir en el exilio y de alguna forma se habían dormido en los laureles y se dejaron avasallar por los “nuevos” de entonces. Y la traición definitiva se fraguó cuando don Felipe González dijo aquella sandez de “Hay que ser socialistas antes que marxistas”, como si eso fuera posible.  Mientras, el viejo franquismo sin Franco se organizaba en lo que hoy es el Partido Popular, que ahí sigue, tan franquista, tan corrupto y tan pancho como cuando se llamaba Alianza Popular a las órdenes del viejo  y soberbio Fraga.
            Y así está la derecha de este país: Los franquistas, neos y viejos, en el PP, antes Alianza Popular - ¿Alguien se extraña de que en España no medren los partidos de extrema derecha? Pero si están gobernando -. La nueva derecha de plástico, desprendida del olor a naftalina, en Ciudadanos. Y la pseudoizquierda que se proclama socialdemócrata, pero que es neoliberal hasta las cachas, en el PSOE, tan dividido y conflictivo en su interior, pero no por el enfrentamiento de sus aspirantes a jefazo, sino por la creciente distancia entre la fiel e ingenua militancia y el aparato, integrado desde Suresnes en el sistema. No nos engañemos.
            Y enfrente, dando por saco, escandalizando, montando espectáculo, que a veces hace mucha falta y otras uno sospecha que se están pasando un poquito, los chicos de Pablo Iglesias II, los de Podemos, con los restos fagocitados de Izquierda Unida, que un día fue Partido Comunista y luchó en solitario contra la bestia franquista, y que fue vencido solo a base de propaganda por parte del sistema y de malísimos ejemplos de sus homónimos del Este, que empezaron una revolución y acabaron en la Nomenclatura con maletas llenas de dólares. Triste, triste, lo de los pobres comunistas honestos, que empezaron a renegar de sí mismos cuando tuvieron que defender a Stalin y terminaron perdiendo elecciones en toda la Europa occidental. Los comunistas, ya en Izquierda Unida, perdieron su segunda oportunidad cuando el torpe Cayo Lara no supo capitalizar la indignación de los quincemayistas y todo lo que se le ocurrió fue la manipulación dialéctica de decir aquella majadería de “PP y PSOE son la misma cosa”. Porque no lo son. No es lo mismo la derechona franquista que la tibia socialdemocracia liberaloide. Ninguno de los dos es lo que hace falta, de acuerdo, pero, coño, no es lo mismo. Y esas tonterías se pagan, en este caso con la fagotización por parte de Podemos. Así que volvamos a Podemos.
            No sé si me gusta Pablo, sinceramente, no lo sé. Me caen mejor Errejón y Bescansa, porque los veo más racionales. A mí me parece adivinar un exceso de protagonismo en Iglesias, y un empeño mesiánico en cargarse al PSOE definitivamente con estrategias y manipulaciones dialécticas que cantan demasiado. Y no es que el PSOE no se lo merezca, no; es que es un viejo partido superviviente de mucho naufragios y me temo que ha aprendido a nadar. Y esta lucha soterrada y me temo que inacabable, perjudica a la izquierda real, mi izquierda ideal, soñada y todavía lejana.
            Lo que creo que tengo claro es que Podemos y PSOE están condenados a entenderse en un futuro inmediato si es que realmente ambos pretenden gobernar y arreglar esta España que huele peor que la Dinamarca de Hamlet. La podredumbre nos ahoga, pero el miedo de los más pusilánimes también los ahoga a ellos y les lleva a votar a los canallas. ¿Qué se puede hacer? Creo que poco, como no sea esperar que el raciocinio termine prevaleciendo sobre la visceralidad y tanto en uno como en otro partido de la izquierda oficial se impongan opciones honestas que prefieran pactar con los más o menos afines, antes que languidecer en la oposición eterna manipulando el lenguaje.
            Por eso, cuando oigo a nuestros políticos diciendo sandeces me cabreo mucho. En el fondo me siento defraudado, a muchos niveles, al nivel local también, pero eso es otra historia. No me han defraudado PP y Ciudadanos porque no esperaba nada de ellos. La derecha no tiene más remedio que engañar, mentir y manipular el lenguaje, si quiere sobrevivir, porque no se pueden defender los privilegios de una minoría, con los votos de una mayoría, sin engañar a mucha gente. Eso está claro. Pero la izquierda, mi izquierda, no puede seguir comportándose así, con ese sectarismo que pierde a tantos buenos militantes que se han tomado a su partido como a un equipo de fútbol al que hay que defender “manque pierda”. No es eso. Debemos ser críticos con lo ajeno tanto como con lo nuestro, o nunca llegaremos a ninguna parte. La verdad, amigos, es de izquierdas, como la mentira es de derechas. Y ya está bien de manipular el lenguaje en defensa de un Sistema adocenado, amigos del PSOE, o tras el espejismo de un sorpasso que solo tiene sentido si se produce sobre la derechona que nos roba, nos desprecia y se ríe de nosotros.

            He dicho.